El branding es mucho más que la primera impresión de una marca. No es un logo, una tipografía o una paleta cromática. El branding es el reflejo de aquello que eres como empresa, pero sobre todo, de lo que quieres llegar a ser.

Pero, ¿por qué es crucial? El branding funciona principalmente como un mecanismo para diferenciarte del resto de la competencia. Además de aportar valor a la marca y percepción pública, permite comunicar a los clientes lo que pueden esperar de ti, y despierta el deseo y la necesidad de convertirte en su mejor opción.

La esencia del Branding

En esencia, el branding combina la idea, la creación y la aplicación de una serie de elementos que definen el look and feel de la empresa. El objetivo principal es unificar todas estas características, ya sean visuales, tangibles o abstractas, para crear un imaginario coherente y diferenciador que automáticamente se asocie a la marca.

Además de ser una herramienta super poderosa de marketing que te permitirá distinguirte de la multitud, potencia la captación de nuevos clientes y fomenta la fidelización a muy bajo coste.

En definitiva: invertir en un buen branding es vital para alcanzar todas las metas empresariales que te propongas. Ahora bien, ¿por dónde empezar? No te preocupes, te lo explicamos. A continuación te explicamos los pasos y características que debes tener en cuenta para construir una marca poderosa y diferencial.

Construye tu marca en base al branding

Para construir un branding sólido y eficaz, hay que tener en cuenta las siguientes características:

  1. Desarrollar una estrategia excelente
  2. Definir el posicionamiento
  3. Realizar una implementación sin fisuras
  4. Tener al público y entorno perfectamente controlado
  5. Marcar una guía de estilo

No te quedes sólo con la idea, sigue leyendo y empápate de buenos conocimientos.

1. Desarrollar una estrategia excelente

Para que los clientes potenciales te elijan frente a la competencia, tu estrategia debe ser más espectacular que la suya. Tiene que tener una presencia coherente en todas las áreas, además de estar estrechamente relacionada con la demanda de los clientes. Para facilitarte las cosas, aquí te dejamos una lista de elementos que necesitas tener en cuenta para que tu marca no pase nunca desapercibida.

Propósito

Todas las empresas tienen un propósito, una razón de ser con la que proyectar quién son y qué quieren llegar a ser. Para definir correctamente el propósito, primero debes conocer las necesidades, hábitos y deseos tanto de tus clientes actuales, como los potenciales. No te bases en lo que presupones, basate en lo que sabes a ciencia cierta. Es decir, empápate de información actualizada y de calidad sobre tu público.

Coherencia

Céntrate en lo que realmente te identifica y evita hablar de temas que no aportan valor a tu empresa. En la mayoría de los casos, menos es más, por eso es fundamental enfocarse en proyectar un mensaje corporativo específico y coherente con la imagen, los valores y los clientes a los que se dirige.

Flexibilidad

En un mundo en constante cambio, la flexibilidad es un punto a favor en cualquier estrategia. Si quieres estar en una posición preferente, debes ser capaz de adaptarte a las tendencias y necesidades del mercado de forma ágil, rápida y creativa. Eso sí, ¡nunca pierdas de vista la coherencia!

Fidelización

No te conformes con conseguir que los clientes te elijan, también tienes que ofrecer algún tipo de compensación por ello. Ganar la lealtad y la confianza de los consumidores desde el principio es esencial para generar compras de forma reiterada, el goal de toda empresa ;).

Atención

Si buscas reforzar tu marca, es importante estar al tanto de los movimientos de la competencia y las tendencias que estén emergiendo y que puedan coexistir con los valores de tu empresa. Pero no te motives demasiado. Es importante no perder el foco de atención en el propósito que quieres proyectar. Recuerda que dejas de ser único en el momento en que solo te centras en seguir las tendencias.

2. Definir el posicionamiento

El posicionamiento de la marca es, en esencia, cómo quieres que te etiqueten tus clientes. Es la suma de todas esas características que moldean la forma en que se te percibe. Por eso, invertir sangre, sudor y lágrimas para definir los componentes que te dan identidad es muy, pero que muy importante.

Estamos hablando de los valores, la personalidad, la misión y visión o el tono, por ejemplo. Céntrate en evocar un sentimiento y una afinidad específica para posicionar la marca en línea con tu cliente.

Necesitas algo más que un logotipo para ocupar un lugar en la mente del consumidor. El primer paso es destacar las principales necesidades del mercado objetivo a partir de las cuales poder definir un plan de posicionamiento. También es esencial destacar las cualidades de venta únicas de tu marca, todo aquello que pueda generar una ventaja competitiva sobre tu producto o servicio.

3. Tener al público y entorno perfectamente controlado

Define tu público

¿A quién quieres llegar exactamente? Antes de definir el mensaje de tu marca, fíjate en el público al que te diriges. Estudia sus gustos, necesidades, patrones de compra y expectativas.

Investiga referentes

Copiar está mal, pero inspirarse no 😉 Observa de cerca a tus referentes: cómo se comunican, cómo se muestran, con qué tono se dirigen… e intenta plasmar aquellos patrones que encajen en tu propia marca.

Propuesta de valor

La propuesta de valor es el concepto pilar a partir del cual estructurar el enfoque. Describe lo que haces, pero sobre todo, aquello que te diferencia. Puedes basarte en la innovación, la sostenibilidad o el precio, por ejemplo.

4. Realizar una implementación sin fisuras

La implementación es la parte más lógica de la estrategia de branding. Primero debes hacerla tangible internamente, para después reflejarla con éxito al público.

Al igual que en el amor, la comunicación es fundamental en cualquier organización. Así, una vez que se implementa una identidad corporativa de forma interna, hay que procurar mantener una comunicación fluida para informar a todo el equipo sobre cualquier nueva medida, tanto interna como externa, que se quiera implementar.

Para cuando se quiera comunicar con el público, hay que establecer una série de pautas, como el tono, la línea editorial, los temas clave… es decir: el mensaje de marca. Disponer de estas pautas te ayudará a perfilar y fijar la identidad corporativa. Si, nos repetimos como el ajo con lo de ser coherentes, pero es que no os podéis imaginar lo fundamental que es proyectar una imagen bien unificada.

5. Marcar una guía de estilo

Las guías de estilo incluyen toda aquella información visual, así como elementos importantes sobre el mensaje, la voz y el tono de la empresa. Estas directrices abordan todos los aspectos de la identidad visual de una empresa, como por ejemplo:

  • Logos: logos completos, logos secundarios e iconos
  • Paleta de colores: colores primarios y secundarios
  • Tipografía: estilos de letra, tamaños y espaciado
  • Otras imágenes: fotos e ilustraciones
  • Voz y tono: cómo la marca utiliza el lenguaje y la expresión

El objetivo principal es crear un conjunto visual que pueda captar la atención y no confundir al público. Cuidando estos detalles, puedes crear un estilo de imagen que hable directamente con el consumidor, y que satisfaga el insaciable apetito informativo de este. Por eso, ahora más que nunca debes invertir tiempo y esfuerzo en crear una variedad de materiales visuales que no puedan dejar indiferente a nadie.

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